Introducción
La
educación es Parte de la Naturaleza del Ser Humano, es una hipótesis plenamente
demostrada. Del análisis de dicha proposición, puede inferirse que el proceso educativo
del hombre se desarrolla básicamente en el ambiente creado por la interacción
de dos factores complejos: (1) la adquisición de conocimientos acumulados por generaciones
precedentes y (2) satisfacción de necesidades básicas.
Durante
casi toda su vida, el hombre procura alcanzar objetivos y metas que le permitan
convertirse en un individuo eminente como profesional y sobresaliente en
asuntos morales y éticos; materias que, por lo general, se relacionan con
propósitos de crecimiento económico y de interacción comunitaria. Esta concepción
enfatiza en la participación consciente, oportuna, pertinente, permanente,
activa y organizada de la población en diferentes instancias de decisiones del
grupo social.
El
mundo cambia en forma acelerada, modificando nuestros hábitos de vida de manera
sorprendente; esto determina, en cada persona, un aumento considerable de sus expectativas
en lo que se refiere a educación, planificación del futuro, aspiraciones, estatus,
responsabilidad e ingresos suficientes.
En
el campo de la docencia, los progresos se manifiestan, por lo general, en forma
casi paralela a los avances científicos, tecnológicos y económicos; ésta es una
entre muchas otras razones por las que el hombre desea adquirir más
conocimientos y aptitudes que le permitan acceder, con éxito, a un bienestar
mayor. Esta constante búsqueda de equilibrio en la sociedad origina una demanda
educativa, cada vez mayor, capaz de garantizarle al individuo un aprendizaje
permanente.
La
persona adulta siente el deseo de aprender en función de todo aquello que le interesa;
piensa que debe y tiene que responder con acierto a las variadas exigencias que
le impone la compleja sociedad en la cual interactúa. Esta necesaria aspiración
se sustenta, entre otros factores, en la siempre mayor esperanza de vida, en
Venezuela 71 años en el hombre y 76 años en la mujer, lo cual es una de las
numerosas consecuencias que han resultado del avance sostenido y permanente de
la ciencia y la tecnología.
Es
un hecho reconocido por todos, que el estudiante adulto, en general, tiene una
gran capacidad para aprender y que posee, además, una extensa y fértil
experiencia.
El
adulto es capaz de dirigir su vida y de conformar su entorno sobre bases
razonables, limitaciones, deseos, fortalezas, compromisos y necesidades. Para
poder lograr objetivos y superarse, tiene que aprender mucho más allá del
ámbito cognoscitivo: modos de actuar, habilidades, destrezas, aptitudes y
técnicas que él requiere para participar en forma oportuna,
activa
y efectiva en el diseño y desarrollo de sus condiciones de vida y esfera
profesional.
El
adulto de nuestra era está plenamente convencido de la necesidad de continuar
aprendiendo
durante toda su existencia; decide libremente qué estudiar, dónde, cuándo y
cómo realizar su actividad de aprendizaje.