martes, 7 de noviembre de 2017

DEFORMACIONES DE LA PRÁCTICA ANDRAGÓGICA Y LA TEORÍA CONSTRUCTIVISTA

Las ventajas de las prácticas andragógicas y las constructivistas son evidentes, pero es necesario advertir sobre algunas desviaciones que podrían poner en peligro su intencionalidad primera.
1.  La práctica andragógica y constructivista no debe confundirse con una “libertad académica absoluta” (libertinaje, anarquía del proceso de aprendizaje).
La práctica educativa no es anormativa, debe existir una planificación del proceso que incluye el respeto a los acuerdos asumidos.
No podemos escudarnos en la andragogía y el constructivismo para ser irresponsables: el alumno con formación andragogica no realiza las actividades educativas sin orden, sin normas, sin considerar el respeto al docente o a la institución educativa. La absoluta flexibilidad no existe: el alumno se evalúa objetivamente y no se sobre evalúa.
2.    2)La teoría andragógica y constructivista tampoco pueden ser el discurso legitimador de la comercialización y pragmatización de la educación.
Es decir, la masificación de la promoción de cursos, talleres, sin soportes académicos. Sin un sentido, no sólo de la utilidad individual sino de la pertenencia con la realidad social y con el compromiso de transformación.
Estamos conscientes, tal como lo señalan los Doctores Briceño y Llano de la Hoz (1985), que “tanto la pedagogía, como la andragogía, están obligadas a aceptar el recto que implica la adopción de las nuevas tecnologías” (p130). Pero, -como advertimos al principio- no puede ni debe mitificarse la tecnología, ni la información: el primero es sólo un qué responde el constructivismo a la pregunta ¿para qué se conoce?

¿qué pertinencia tiene lo que se aprende con la realidad del sujeto aprendiz? La educación no es neutra como pretenden enmascarar los cientificistas de la educación. 

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